DICCIONARIO DE SIMBOLOS Y TEMAS MISTERIOSOS
Federico González Frías

DICCIONARIO

Trabajo

El término trabajo en las disciplinas simbólicas y herméticas no se refiere al trabajo en sí mismo como una acción meritoria de por sí o a una forma de aumentar la producción o cualquier cosa que fuere de este tipo. Por lo contrario esta palabra está tomada como un medio para ir realizando un fin no inmediato y tampoco específico.

Una vieja canción decía que el trabajo:

se lo dejo todo al buey porque Dios lo dio como un castigo;

difícil escapar a la comicidad de este rasgo popular que resume bastante bien la historia del Génesis, y el pensamiento de la mayoría sobre el tema.

La labor no es una cuestión moral ni un tributo diario a pagar por nuestros pecados, bien por el contrario esta actividad de la que nosotros hablamos está llena de interés y es alegre por naturaleza puesto que reconforta el corazón y aun cuando pasamos por malas épocas sin embargo sentimos que estamos asumiendo nuestros problemas y encarnando la vida como debemos. Por lo que no hay ningún deber respecto al trabajo sino que éste es libre y está fundamentado en nuestra elección.

La búsqueda en pos del Conocimiento es un simbolismo de pasaje entre lo que se ignora y lo que se descubre de nuevo, nada más feliz que esta satisfacción que es lograr lo que siempre, en el fondo, se ha deseado y se ha olvidado completamente. Entregarse a este trabajo es verdaderamente entregarse a la vida por y para la que hemos sido creados.

Estamos acostumbrados a valorar la acción por la acción misma según un aprendizaje al que nos induce la sociedad contemporánea. En la cual, todo lo referido a la acción, al verbo hacer, es superior a lo que significa el verbo ser; lo que, bien pensado, es un disparate. Pues para hacer hay que ser previamente. En el tipo de enseñanza que estamos describiendo se da más importancia a la contemplación que a la acción. Y no hay mejor ejemplo que el que nos concede el maestro Jesús mismo cuando en el Evangelio (Mt. VI, 26-29) dice:

Mirad cómo las aves del cielo no siembran, ni siegan, ni encierran en graneros, y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellas? ¿Quién de vosotros con sus preocupaciones puede añadir a su estatura un solo codo? Y del vestido, ¿por qué preocuparos? Aprended de los lirios del campo, cómo crecen; no se fatigan ni hilan. Pues yo os digo que ni Salomón en toda su gloria se vistió como uno de ellos.

Y también en (Lc. X, 41-42) cuando aparecen las hermanas María y Marta simbolizando a la contemplación y la acción respectivamente es clara la elección del Maestro por la primera de estas vías. Lo cual es una recomendación unánime en todas las Tradiciones. El texto finaliza así Contemplación:

Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la parte buena, que no le será quitada.

2. «… lo que es aún más asombroso [es que] todo es en perfecta simultaneidad, ahora mismo. Entonces es que surge la pregunta: ¿si no sabemos nada, e incluso no hay nada que saber, quién conoce en verdad para quién trabaja?» (Federico González, Esoterismo Siglo XXI, cap. I).

3. Trabajo interno. «La lucha por quitarnos los condicionamientos que nos marcan y a los que inconscientemente obedecemos (haciéndonos sus esclavos, cuando no sus cómplices, por temor a destruir lo que pretendidamente somos y a cambiar nuestra manera de ser y existir) debe realizarse con la asepsia del guerrero e invocando la gracia de las deidades para que los espíritus nos guíen en el intrincado laberinto del destino. El fruto de nuestro anhelo es la virginidad capaz de levantar todo nuestro pequeño cosmos nuevamente, después de muerto a las concepciones caducas, pero ahora edificando sobre un orden que hemos elegido. Sería posible pensar que la construcción a partir de un modelo análogo al propio universo fuese precisamente nuestro condicionamiento. En ese caso estaríamos gobernados por los númenes que señalan nuestro camino y la obediencia a las voces interiores sería acceder a su amor y misericordia. Algo que sin duda tiene que ver con lo sagrado en detrimento de lo profano, signado por la lectura egótica y literal, o la interpretación psicológica o social, o cualquiera otra programación cultural, la que nos hace ser lo que el poder y el medio determinan en su ignorancia. No ha habido tiranía igual, ni que se asemejara siquiera en lo totalitario a lo que se produce en la sociedad moderna aunque ésta suponga deslumbrarnos con su técnica, sus pretendidas democracias y sus modalidades represivas tan refinadas que actúan en forma subliminal. Un mundo envejecido y sin futuro, sin duda.» (Introducción a la Ciencia Sagrada, Programa Agartha, Federico González y col.).